lunes, 20 de octubre de 2014

¿Qué me habita?

La partida que es un punto de llegada,
y es partida del dolor que atravesado,
en mi cuerpo y en los cuerpos  deseados,
se subleva ante el silencio aceptado.
Desterrado el dolor de nuestros ojos,
en llantos, en sollozos expresado,
en lágrimas de amor y de realismo,
en la sinrrazón de la vida, los vivos.
¿Qué erotismo se asoma tras tal deseo?
¿Qué pensamientos emergidos de mis lágrimas,
han de amanecer con el sexo en mis espaldas?
Seguro que sos vos, que soy yo entera y desnuda
ante la oscuridad.

sábado, 18 de octubre de 2014

Al aire

De aros colgantes y make-up sobre nuestro dolor,
de apretados, ligeramente ajustados, pantalones,
de pequeñas minifaldas y colores,
de medias en las piernas y tacos altos.
De aroma a perfumes importados,
de carré soñado y cintos anchos,
de un labial colorado, rímel apurado,
de brillo diminuto, de collar plateado.
De tus valijas de magia soñadora,
de travestismo y noche, de marlboro box y coca cola,
de ácido humor para matar condenas y miradas,
de aguerrida defensa ante amenazas.
De cómo compartimos caravanas,
túneles y pasillos desbocadas,
de todo eso y más estoy armada,
de tu sonrisa fiel, de tu inmediata ayuda trasnochada.
De viajes y delirios, de sexos que erectos convocaban,
de mares y de montes, de playas y valijas desarmadas.
De tardes de verano descansadas,
Cocas Sarlis, Madonas y Susanas.
De calles que en el eco de tus tacos,
iban anunciando nuestra llegada,
de pelucas y bodis ajustados,
de pura sinceridad, de locas sueltas que fuimos,
en los amaneceres de la ciudad dormida,
en nuestras primaveras amaneradas,
en nuestras risas cómplices de madrugada,
en el mate de la llegada a casa,
en cada maricón y en cada loca,
en mi identidad amariconada,
sos mi madrina y así te lo he pedido,
porque tus brillos me enseñaron a vivir,
como las mariposas soñadoras,
como en la erótica infancia atrincherada,
pero por sobre todo, en esta vida patriarcalizada,
en la libertad de mi género, orgullosamente emancipada.

lunes, 13 de octubre de 2014

placeres…

Sentí el calor de tu pene erecto dentro de mí,
húmedo entrando y saliendo, friccionándome,
el golpe de tu pelvis sobre mi espalda,
salpicándome, moviéndome, atravesándome.
Acelerándome atraviesas más fuerte,
más rápido, hundido dentro mío sudando,
activo como nunca me rosas con tus dedos
mis tetillas, mi esternón, mi labios…
Abierta la boca dejo entrar tus dedos fríos,
rosan mis dientes, mi paladar y salen salivados,
chorreando hilos de saliva deseosa de lubricarte,
resbalas por mi panza hasta arrodillarte.
Como si pidieras perdón cerrás los ojos,
y con tu lengua acariciás mi sexo que estalla,
que vuela hacia el vacío de la lujuria y el deseo,
revienta entre tu boca y tus labios que hierven de placer.


lo(cura)

Una mirada perdida en el horizonte,
en un horizonte no muy lejano,
no muy familiar, amenazante,
despojado del afecto cotidiano.

Una caricia fría, lejana y extraña,
rosa con sus manos marcadas por el trabajo
las blancas mejillas heladas y casi grisáceas,
que no recuerdan el calor de los besos.

Una voz desconocida, casi imperceptible,
que pareciera generar confianza,
ruidos lejanos que se acercan, se adelantan,
agudos por momentos, dislocados.

Un color, monótono, homogéneo,
triste, sin lógica, descolorido,
cercenando la imaginación,
oscureciendo lo oscuro del infierno.

Una música casi inexistente, moderada,
con fondo de guitarras y violines,
leve y sostenida en melodía, despide el día
y recibe a la noche fría y silenciosa.

En el medio del silencio nocturno un balbuceo,
un llanto lejano o una queja, da lo mismo,
un dolor que se va a la muerte lentamente,
como se van l*s loc*s al olvido final y permanente.

martes, 7 de octubre de 2014

humedad roja

¿es amarga mi mirada de dolor,
honda mi tristeza y mi desolación?
¿puedo, acaso, sin desesperaciones,
recuperar la memoria anclada en un recuerdo oscuro,
lleno de sinsabores y desencantos?
¿es válido y legítimo que mire,
que penetre con mis fantasías húmedas,
tus labios cuyas comisuras,
húmedas también como mis fantasías,
se rosan, resbalan, se yuxtaponen?
¿puede acaso alguien poner en duda mi estar,
mi estar aquí y ahora, mi materia, mis deseos más íntimos,
las construcciones que de la soledad me habitan?
¿es un mandato, quizá, suponer que finalmente,
después de esfuerzos personales y colectivos,
de disputas definitorias, de resistencias, de organización,
la sensación de no poder avanzar nos amenaza,
no saber hacia dónde ir, si huir o enfrentar lo que no conocemos,
nos vulnera, nos frustra, nos hunde en el olvido?
¿es, por sobre todo, el deseo reprimido,
que da vueltas en mi cuerpo,
ese deseo de tocarte, de meter mi lengua en tu boca,
para que tus palabras llenas de revolución me sacien,
el que no deja sentirme feliz, o al menos tranquilo?
¿puede acaso tu olor y tu piel de macho,
dominar mi subversión sexual, mi género?
¿tu mirada y tu sonrisa rojas de deseo,
son las que logran, cuando te veo, con tu remera,
dejando ver los antebrazos y en sus vaivenes el vello de tus axilas,
las que sostienen esta locura húmeda, platónica, casi homófoba?
¿quién puede, sin pensar en la humedad de tu pene entre mis muslos,
acaso, definir, sostener o juzgar, después de haber salido del baño de varones,
que mi pensamiento es autodestructivo, contrario a mis principios, a mi ideología?
¿no es posible, entonces, que tu mirada lasciva, cargada de ira y semen,
y mi sonrisa de ingenuidad construida, te caliente,
aun sabiendo que nunca te atreverás a introducir en mí,
tu dedo sediento de calor carnal, deseoso de jugar a entrar y salir,
que despierte tus instintos más sexuales,
tu necesidad de abrir con tu lengua mis palabras?
¿podemos, sin embargo, ser revolucionari*s como el resto,
sostenernos en la disciplina heteronormada, blanca, monógama?
¿es, finalmente tu mirada y la mía las que se cruzan,
o es el Estado y la Revolución lo que nos une,
o, más exactamente, la idea de saber que en nuestro socialismo,
tu cuerpo con el mío pasaran a ser uno, en la noche de la liberación definitiva?

segregaciones

segrega mi cuerpo
el deseo en forma de sudor…
brillosos mis vellos húmedos
salitran mi piel,
mi sudor resbala por mis muslos,
blancos, convexos, divergentes.
mi sudor resbala desde mi nuca
hasta perderse en el camino ciego del placer,
lo atraviesa, cosquillea mis nalgas desde dentro,
hasta caer entre las falanges de mis pies descalzos,
al suelo frío y mojado donde el placer murió.