Atrás de mis pasos
hay un camino lejano y próximo,
que devino en mí,
me hizo parte de su historia.
Mi carne es la historia de ese devenir,
la amanerada forma de resistir
y el alegre deseo ante la lucha,
para que sirva,
para que pueda ser nuestra
y no de otros.
Atrás dejo un pasado
que es parte de mi soles infantiles,
de mis juegos sexuales,
de las noches de insomnio en la ventana.
Hay un camino próximo,
hay una historia nueva,
que subvierte los ordenes
de cuerpos y de clítoris.
Hay fuego entre la historia
y el primer deseo en la escalera,
mi boca salivada deseando esa otra boca,
marcada por los golpes de la infancia.
Atrás es el mañana,
está como has estado en mis miradas,
tu cuerpo torneado, tus labios,
tus manos que adentraron en mis pieles calientes.
Ahí no más, mañana mismo,
perfumes de entrepiernas masculinas,
jadeos en oídos,
excitantes sudores entre muslos,
entre hundidos sabores
que mi boca me ha pedido beber.