miércoles, 29 de abril de 2015

El sabor de tu entrepierna

No es entre tus manos
que la esperanza mía amanece tibia,
feliz.

Hay en mis labios un calor, un fuego.

La gravedad parece apoderarse de mis deseos,
siento,
escruto tu escroto,
huelo,
lamo.

Sobre tus caricias en mi pelo siento el placer,
leve rosan tus yemas en mi cuero cabelludo,
hierve tu entrepierna,
suda.

Me agitas,
me rosas, me insertas,
me das tu sexo
hasta saciar mi soledad.

viernes, 24 de abril de 2015

Entre tantos

Entre los que sueñan,
yo sueño canciones,
que suenan en mí adentro,
que rugen hacia el mal.

Canciones que revientan
mis sonoros deseos,
detenidos sobre un tiempo,
gris, tenue, casi mórbido.

Entre las que cantan,
llevo en mi garganta sabor a delirio,
a carnes morenas,
a huesos cansinos.

Canto un canto rosa,
de pasión, posible a caer
sobre el abismo,
sobre las lágrimas rojas.

Entre quienes callan,
el silencio es tiempo,
el silencio inunda mi verdad,
atenta la  identidad, ya cansada.

sábado, 18 de abril de 2015

Devenir en deseo

Atrás de mis pasos
hay un camino lejano y próximo,
que devino en mí,
me hizo parte de su historia.

Mi carne es la historia de ese devenir,
la amanerada forma de resistir
y el alegre deseo ante la lucha,
para que sirva,
para que pueda ser nuestra
y no de otros.

Atrás dejo un pasado
que es parte de mi soles infantiles,
de mis juegos sexuales,
de las noches de insomnio en la ventana.

Hay un camino próximo,
hay una historia nueva,
que subvierte los ordenes
de cuerpos y de clítoris.

Hay fuego entre la historia
y el primer deseo en la escalera,
mi boca salivada deseando esa otra boca,
marcada por los golpes de la infancia.

Atrás es el mañana,
está como has estado en mis miradas,
tu cuerpo torneado, tus labios,
tus manos que adentraron en mis pieles calientes.

Ahí no más, mañana mismo,
perfumes de entrepiernas masculinas,
jadeos en oídos,
excitantes sudores entre muslos,
entre hundidos sabores
que mi boca me ha pedido beber. 

lunes, 13 de abril de 2015

Lo Turbio

No sé si en la misma orilla,
o lejos de ese río caudaloso,
me vulnera el frío del invierno,
el sol de los otoños de mi vida.

Me siento sola, ida,
feliz a veces,
ya no oferto corazones de primavera,
ni subo las escaleras cantando.

Me pesa mi calzado,
me abruma el desencanto,
de haber creído en el lirio rojo,
en la gravedad de la utopía.

Si es que se construye entre las manos,
entre los abrazos,
las resistencias, las batallas
ganadas y perdidas.

Un río caudaloso,
turbio al encontrar las miserias humanas,
al sentirse usado,
al combatir la hipocresía.

Oye entre mis manos
el agua que corre,
también por mis nalgas,
y por mi entrepierna.

Río que me deja,
vagando entre aires,
entre matorrales que cierran el paso,
y que me detienen en mi soledad.

domingo, 12 de abril de 2015

Infancia

Qué ha quedado de mi infancia
atrincherada.

Qué ha quedado de mi infancia,
en mi identidad carnal,
en mi cuerpo,
en mi memoria.

Olor a madreselva,
olor a carne asada,
a pastas amasadas por mi abuela.
Mi infancia entre jazmines,
mi infancia entre la hiedra
de mi casa materna.

Mi infancia hecha girones,
entre chongos del pueblo,
sudorosos y púberes,
y piernas transpiradas,
entre tu sexo erecto sobre mi espalda.

Mi infancia…

Qué ha quedado
en mi memoria de mi infancia.
Quizá solo un recuerdo,
quizá solo una historia,
o quizá en mi memoria
la infancia entera.

No he querido dejar de recordarla,
cuando escribo aquí,
ahora, estos versos.
Siento aún entre mis manos
las manos sudorosas,
de quien me diera,
alguna vez,
un primer beso.

Que ha quedado de mi infancia
enrojecida,
escondida,
acusada,
señalada,
llevada hasta las márgenes del abismo,
llevada ella, mi infancia,
hasta el final atroz,
hasta el terror,
hasta el miedo en la siesta pueblerina.

Qué ha quedado, no sé,
qué ha quedado me pregunto
y solo encuentro,
una mirada acusadora,
una caricia cálida,
un sudor de vecino,
una mano transpirada,
una habitación cerrada,
un escondite secreto,
una sonrisa grande,
una bicicleta
y una plaza.