No tengo más que este poema entre mis labios,
un poema que llora cuando habla,
que deja entre sus lágrimas explorar el desierto,
que finge estar feliz cuando está muerto.
No tengo más que este poema entre mis labios,
un poema que abre los ojos grandes cuando mira,
que puede observar con sus pupilas lo más pequeño,
que cubre con la mirada la tristeza que lenta se levanta.
No tengo más que este poema entre mis labios,
esperando ser lamido, ser besado,
rosado por yemas con cicatrices proletarias,
pidiendo a gritos que se abran sus palabras.
No tengo más que este poema entre mis labios,
generoso, tranquilo, insurgente,
presto a decirse a sí mismo, a nombrarse,
dispuesto a pronunciarse en otros labios ajenos.
No tengo más que este poema entre mis labios,
este poema escrito para que lo oigas y sientas,
un poema para que puedas conocerme entera,
sentirme cerca, pronunciar con tu aliento manso,
la descripción de mis huesos, mis muslos, mi entrepierna.
No tengo más que este poema entre mis labios,
y me siento morir al enunciarlo, al decir su título:
Morir Amando. Y la
tinta cual rímel desvanece,
y se pierde en mi boca como el amor que no dije,
como el silencio que esconde, como el dolor que florece.