domingo, 21 de junio de 2015

La siesta

Escucho en el silencio
 de la siesta
un silbido lejano,
risas de niñas,
y el ladrido
del perro de enfrente.

A veces,
cuando los vecinos
se entretienen,
el ruido monótono
de la pelota en las paredes
se incorpora en mi sueño,
entonces juego
en un potrero
libre.

El motor
de un auto que pasa
me saca de ahí.

Sentado en la cama
pienso si el potrero existe,
o es la ilusión
que me ha dejado volar
solo un momento.

Mi risa irrumpe
el silencio de la casa.

Me quedo sintiendo
en el recuerdo,
el olor a fútbol
impregnado en la piel
de mi amigo.

Vuelvo a reír,
añorando quizá,
una caricia infantil transpirada. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario